Exhausta en tus brazos,
apoyé mi mejilla
en tu hombro,
y mis cabellos
cayeron lánguidos
sobre la almohada tibia,
de una paz serena
que me sedujo al punto
de quedarme dormida.
Fueron minutos
en los que mi respiración
se agitaba plácida y lenta
como una burbuja de miel,
y viví un instante de felicidad
por esa caricia dulce
que acunaba mi sueño,
y sin pretenderlo
tus ojos se cerraron
al unísono con los míos.
Era la paz del amor
que nos regalaba
el delicioso murmullo
de un sueño compartido,
tan exquisito,
tan diáfano.
Amor mío!
Elbi (Derechos reservados)
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