sin nada
que pueda sustentar
más que mi pena
que se asemeja
a esos pájaros heridos
destinados al olvido,
extraviada en tu silencio
y árida de caricias suaves
adheridas a mi piel,
como membranas sutiles
refractando tu silueta
que se fuga en mis anhelos,
desandando nostalgias,
adonde el recuerdo
se funde en tu horizonte,
como metal candente
palpando mi corazón,
con la finura de tus dedos
exclamando dulcemente:
"sos una mujer hermosa de acá,"
y tu mano se deslizaba de mi cabeza
a mi pecho,
adonde anidan mis emociones.
Y puedo recrear aún
tus susurros besando mi alma:
"gracias por todo lo que me das,"
susurrabas con emoción,
moldeando una almohada
de ternuras que fluyen
más allá de mis sueños,
ahuecando un espacio en tu pecho,
reposando
del dulce cansancio del amor,
inclinados tus ojos a mis órbitas,
reproduciendo esa frase que te definía:
Quién amor?
quién te quiere más que yo?
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